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Boys don't cry

person Publicado por: DoctorK list En: Entradas comment Comentario: 0 favorite Clicks: 898

“Mueres siendo un héroe, o vives los suficiente para volverte un villano”

El caballero oscuro (2008)  

   Hola de nuevo Percales!!! Con esta solemne sentencia con la que Harvey Dent interpelaba a Bruce Wayne durante una célebre escena de El caballero oscuro (2008), el ambicioso fiscal venía de algún modo a preludiar el dramático giro que iba a llevar a su personaje de ser el “caballero blanco de Gotham“ a transformarse en el villano Dos Caras.

            La película de Christopher Nolan construía un relato donde el arco entre el héroe y el villano era el principal motor narrativo, si bien con una visión pendular que oscilaba entre las categorías de bondad y maldad de un modo absolutamente permeable. Por supuesto, en esta relectura del murciélago, jugaba un papel fundamental el  -ya mítico- personaje interpretado por Heath Ledger. Su Joker no tenía un pasado, no tenía una motivación aparente, no era bueno ni malo, simplemente era la personificación del caos y de la anarquía. Batman, Joker y Dent eran las caras de una misma moneda –sí, esa moneda…– que está en la base de la mayoría de las grandes historias de ficción de la literatura, el cine o el comic. Nos referimos a la relación entre el villano y el héroe, amén de la infinidad de puntos intermedios entre el uno y el otro, entre los que destaca la figura, tan de moda, de los antihéroes.

            Pensemos en Link y Ganon, Luke y Vader, Potter y Voldemort o Batman y el Joker, en la imposible relación entre opuestos se encuentran algunas de las historias más intensas e interesantes jamás escritas. En esta misma línea, durante este año se han producido algunos acercamientos bastante curiosos y diferentes que han redefinido las categorías clásicas de héroe y de villano. A estas alturas ya os imaginaréis por donde irán los tiros. En efecto hablemos del Joker…

            Desde que el ya mencionado Heath Ledger diese vida a una de las versiones más convincentes y perturbadoras del payaso de DC, se extendió una cierta idea por la mente de todos los fans del personaje. ¿Quién iba a atreverse a interpretarlo tras semejante actuación? ¿Veríamos alguna vez un Joker a la altura de este? La prematura muerte de Ledger afianzó más si cabe esta sensación. ¿Y si el Joker del cine había muerto con él? Con el paso de los años encontramos algunos intentos de regreso al personaje, pero los hermanos Valeska de la serie Gotham y el desafortunado intento de Jared Leto en el Escuadrón Suicida no estuvieron del todo a la altura y acabaron por convencernos de la pérdida del personaje para el cine. Con este contexto abiertamente melancólico aparecieron Todd Phillips (el de Resacón en las Vegas!!!!!) y sobre todo Joaquin Phoenix, para cambiarlo todo.

            La revisión que nos proponen con esta nueva película es importante y, aun manteniendo la esencia del personaje, se busca un verdadero reinicio para el Joker. La primera novedad es evidente, el Joker ya no es el alter-ego del héroe sino que es el único y verdadero protagonista del film. El conjunto de la historia se centra en el origen del villano, aspecto cien por cien novedoso en el séptimo arte que, eso sí, ya había sido abordado en las viñetas con anterioridad, donde se habían propuesto narrativas tan potentes como la de  La broma asesina de Alan Moore y Brian Bolland. Con estos mimbres se articula una potente historia que se sustenta obsesivamente en la desquiciada interpretación de Phoenix, quien una vez más nos regala una actuación para los libros de historia del cine. Llegados a este punto conviene aclarar que prescindo deliberadamente de cualquier valoración o comparación entre Phoenix y Ledger, o sobre la polémica pro-comic y anti-cine o anti-comic y pro-cine, auspiciada en mi opinión por el propio Phillips con claros –y legítimos– intereses publicitarios. En el arte, como en la vida, no creo en ponerle diques al mar.

            Para mí, al margen de la magnífica interpretación, gran parte del interés de la reescritura del Joker reside en la generación de un arquetipo de villano diferente al habitual. Si en el año 2008 el personaje se construía (o más bien destruía) desde la anarquía y la ausencia absoluta de moral, en este nuevo Joker se desarrolla una identidad articulada a través de una única idea y un único concepto: el origen de la locura. Donde Ledger era un terrorista, Phoenix es un verdadero psicótico, un absoluto trastornado y, solo después, un cruel asesino. Es precisamente a través de la salud mental donde se invierte el eje héroe-villano. No creo que debamos definir como héroe o antihéroe a este Joker, sino que más bien en su condición de villano se enfrenta a sus propios males. Además, Arthur Peck se transforma en el Joker ante el espejo de la locura pero también por culpa de una sociedad que desatiende y margina a las clases menos privilegiadas. En el Gotham de Phillips es tan villano el Joker como Thomas Wayne. Finalmente, todo el conjunto es aderezado por una banda sonora magistral, una excelente fotografía, un uso narrativo y estético de la violencia a la altura del célebre capítulo de Negan y, por supuesto, gracias a un Phoenix monstruoso en el más amplio de los sentidos. Ya solo queda volver a preguntarse ¿quién va a atreverse a interpretarlo tras semejante actuación? ¿Veremos alguna vez un Joker a la altura de este? Una cosa está clara, en muchas retinas se quedará grabada para siempre la escena de la escalera, y en muchos oídos la risa enfermiza de un payaso.

            Dejando ya de lado al Joker y pasando del largometraje al formato serie, considero que en la reelaboración del discurso entre héroes y villanos está llamada a jugar un papel fundamental la serie The Boys de Amazon Prime. La serie creada por  Eric Kripke se basa en el comic homónimo de  Garth Ennis y Darick Robertson, donde se parte de una premisa genial y en cierta medida heredera del “¿quién vigila al vigilante?” de Watchmen de Alan Moore (creo que gracias a HBO este tema será el de la siguiente entrada, por ahora solo he visto el primer capítulo). En el universo de The Boys los superhéroes (conocidos como los 7) no son almas caritativas y altruistas que aspiran al bien absoluto, sino que son el brazo ejecutor de los intereses comerciales de un entramado multinacional. The Boys bien podría llamarse “los superhéroes y la ética del capitalismo”. Frente a estos héroes corruptos e interesados, se oponen un grupo de parias que por diversos motivos quieren finalizar con el status quo de los súper. Desde el minuto uno la premisa funciona –el comienzo de la serie es simplemente espectacular– y a lo largo de esta primera temporada se construye un relato convincente donde, para la que nos interesa hoy aquí, se produce una absoluta disociación perversa entra las ideas de héroe y villano.   

            En los compases iniciales nos encontramos ante un supuesto protagonista que responde a un modelo pretendidamente alejado de la heroicidad y que, al menos en mi opinión, recuerda al personaje interpretado por Jesse Eisenberg en Zombieland. Chico joven, blanquito y un poco inútil que, por motivos extraordinarios, se dispone a la vanguardia de la acción. Conforme la trama avanza, la serie se trasforma en algo más coral y el protagonismo empieza a compartirse entre varios personajes. Sin duda, uno de ellos es Billy Butcher, alma mater de “los chicos” y cabeza de la banda. Siguiendo con el mismo paralelo anterior, podríamos decir que estamos ante el Woody Harrelson de la historia. Tipo duro, aparentemente simple pero con una importante complejidad emocional fruto de un suceso trágico en su pasado. La totalidad de “los chicos” se completa con un delincuente francés y un personaje afroamericano en pleno proceso de readaptación social fallida, a los que se sumarán paulatinamente una virginal heroína y una asesina asiática. Nada nuevo bajo el sol pero, en todo caso, un producto convincente gracias a las interpretaciones y a un ritmo narrativo posmoderno en la línea del buen cine de Guy Ritchie.

            En el lado de los superhéroes-villanos la cosa es en principio similar. Personajes estereotipados e inspirados en algunos de los más clásicos personajes del género, especialmente del universo DC. Sin embargo, tanto los unos como los otros, parten de lugares comunes para adentrarse en espacios novedosos y muy sugerentes. Un gran ejemplo de ello es The Deep. El punto de partida del personaje es evidente y viene a ser el Aquaman de este universo. En los compases iniciales encontramos en él a un héroe guapo y seguro de sí mismo, que no despierta un gran interés hasta que muestra su bis más oscura. Este giro reactiva al personaje pero se encuadra en un ámbito dentro de lo común. De mayor interés resulta el tercer paso que dibuja un recorrido que va desde la soberbia a la crueldad y, finalmente, a la inseguridad y la autocompasión. Es difícil decir más sin el temido spoiler, pero no me podéis negar que es un arco interesante para el héroe de las aguas. Incluso se hacen chistes sobre su utilidad en tierra firme al más puro estilo Family Guy!!!!

            El resto de héroes funcionan también como “arquetipos oscuros” del género y, a buen seguro, sus narrativas se irán desarrollando en temporadas futuras. Héroes transformados en villanos corporativistas, ciudadanos de a pie movidos por la venganza más que por la justicia, y unas calidades propias de una superproducción dirigida a un público adulto, podrían ser la sinopsis final de una serie más que correcta pero que, en ningún caso, pasaría a la historia. Pero The Boys cuenta con un as en la manga, un verdadero diamante en bruto que hace que esta serie sea algo más que otra vuelta de tuerca a las historias de héroes y villanos. The Boys tiene al Patriota. Ahora me detendré en él e intentaré ser objetivo y emplear un lenguaje correcto (y hasta pedante!!!) pero permitidme que ahora me exprese en tono de barra de bar. EL PATRIOTA ES LA HOSTIA!!!!

            El Patriota (The Homelander en el idioma de Shakespeare) es el líder absoluto del grupo de los 7 y, como intuiréis, parte fundamental en la trama. Desde el mismo momento en el que aparece en pantalla su aspecto físico nos atrae y nos repele a partes iguales. Resulta un tanto difícil de definir, pero es algo así como si un Ken envejecido –el de la Barbie- se hubiese transformado en un Superman que lava la ropa en la misma tintorería que el Capitán América. Su construcción iconográfica es absolutamente referencial y parece querer condensar todos los valores de la americanidad más estereotipada. Es a través de este personaje como se articula la campaña mediática de los 7, construida a base de tópicos superheroicos transmitidos en prime time in Ultra-HD para mayor tranquilidad de la sociedad yanqui. El Patriota es la paz y la seguridad que el sistema puede proporcionar al mundo, siempre eso sí, tras el conveniente paso por caja. En fin, “los superhéroes y la ética del capitalismo”…

            El personaje, como digo, tiene un aura atrayente casi hipnótica que inunda el conjunto de esta primera temporada. Sus apariciones se producen con cuentagotas y, sin embargo, su presencia es constante en todo momento hasta llegar al clímax final del que no hablaremos aquí. Aun así, con solo unos minutos de metraje podemos apreciar cómo se destila la verdadera esencia de un personaje totalmente trastornado, cuyo poder absoluto y ética fascista le han hecho perder cualquier atisbo de empatía y que, desde el punto de vista más freudiano, se erige como uno de los villanos más complejos e interesantes de los últimos tiempos. El Patriota es interesante como villano per se, pero lo es más si cabe en el contexto geopolítico actual. Un súper como este resulta terroríficamente verosímil en la América distópica de Trump…

            Bueno Percales, voy terminando estás reflexiones con las que he querido dar mi opinión sobre dos éxitos cinematográficos contemporáneos que deconstruyen y reinventan las categorías de héroe y de villano de modos muy convincentes. Veremos si el Joker de Phoenix tiene continuidad en la nueva trilogía de Batman (espero ansioso la visión que Matt Reeves pueda dar al universo del Caballero Oscuro) pero podemos estar de enhorabuena, ya que en el caso de The Boys, ya está confirmada una nueva temporada en la que veremos hacia que profundidades morales se desciende en nombre de la patria y del Patriota, y si se cumple la afirmación de Robert Smith, “Boys don´t cry”?                     

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